domingo, 13 de mayo de 2007

Regalo Día de la Madre, agradecimiento tardío y tres horas de conversación al teléfono


Sí, esto va sobre mi madre... ¡OTRA VEZ!

Es que ayer, tras pasar yo una semana entera sin noticias suyas por haberle mandado un regalito por el Día de la Madre, pues ya me estaba mosqueando. "La tía es que no tiene la decencia ni de llamarme para darme las gracias, después de que yo me he molestado y metido varias horas eligiendo cuidadosamente su regalo" pensaba yo.

Pues al final resulta que me manda un SMS ayer por la tarde, diciéndome que le gustaba mucho el CD (le regalé uno de música francesa y algunas cositas más). Pues la llamé enseguida, porque me apetecía saber si le habían gustado las otras cosas también y por charlar con ella. Primera conversación en vivo desde el fatídico domingo aquel en que me despertó a deshoras...

Y lo que bien empieza, contándonos cosas agradables, sobre regalos, sobre su nuevo móvil (por eso no me mandó el SMS antes, dice ella...), pues medio acaba mal. Por supuesto que la conversación derivó hacia unos derroteros que yo no quería para nada explorar (¡otra vez!) con ella, pero es que no pudo ser... Todas nuestras conversaciones acaban terminando en peleas y discusiones a voz en grito, y acusaciones y... caca. Pues ayer no fue una excepción, a pesar de que yo me juré y perjuré que nunca más volvería a pasar por las mismas discusiones eternas y desagradables que no llevan a nada. Pero la señora, como siempre, quiere tener razón y dejar al otro a la altura del betún.

Pues esta vez no. Esta vez la dejé yo a la altura del susodicho. Le dejé bien claritas unas cuantas cosas, ella me acusa de vivir anclada en el pasado y que "hay que perdonar". Le digo que no es que viva en el pasado, sino que le ilustro con sus propias acciones esa mala actitud que tiene hacia mí (y hacia el mundo en general), para que lo entienda. Porque parece que si no dices a la gente bien masticadito todo, pues como que no lo pillan. Le recuerdo cosas gravísimas que pasaron y que ella dijo, como siempre me acusa de "mentirosa" y de "inventármelo todo". Como siempre, manipuladora y viendo sólo la realidad que ella quiere ver.

Por el contrario, lo que ella imagina sí que tienen que ser cosas ciertas... Me dice que por qué la abandoné en medio de Paris hace dos años cuando fuimos de vacaciones, mientras ella se fue a un banco a llorar por la desgracia de hija que tenía...

¿¿¿Quéeee??? ...

Me dijo que sí, que ella había visto cómo me subía al barco en el Sena y la abandonaba allí mismo, mientras la pobrecita se quedaba sola en Paris. Y otra vez yo: ¿¿¿qué??? ¿Está loca la tía ésta? (sí, lo está, no cabe duda, como la mayoría de las madres manipuladoras, por otro lado).

Le aclaro las cosas, preguntándole antes si es que cree que tiene a un monstruo por hija, porque a la vista de estos desvaríos es lo que parece pensar. Le recuerdo el escándalo que me montó por haberme yo retrasado cinco minutos en bajar de la puta Torre Eiffel, y cómo se levantó de repente del banco, chillando que a ella no había que hacerla esperar, que "quién coño" me creía que era yo para hacerla esperar a ella (... se me había olvidado decir que tiene complejo de Reina, por lo menos).

Acto seguido, y para aplacarla porque se había puesto como una fiera (¡encima! después de haber tenido que bajar media Torre corriendo por las escaleras, para llegar a tiempo, porque había unas colas del copón para los ascensores), le propuse que cogiéramos el barco por el Sena para cenar a la luz de las velitas y ver la puesta de sol en Paris desde el río... Me parecía un buen plan, y lo iba a pagar yo además, lo suyo y lo mío, y salía bastante caro (50 euros por persona). Pues la desagradecida histérica ésta no se le ocurrió otra cosa que empezar a patalear diciendo que ella no se subía al barco, que le daba mucho la corriente y que iba a enfermar, que quería ir andando a no sé dónde. Teníamos sólo tres días en Paris y yo nunca me había subido al barco, así que me apetecía. Se lo dije, empezó a chillar en medio de todo el gentío, me insultó diciéndome que "se alegraba desde el fondo de su corazón de que a mí me hubieran acosado en el trabajo durante tantos años", se dio la vuelta y se fue. Y ahí me quedé yo, con el insulto, con la vergüenza de tener que aguantar que la gente me mirase de mala forma, con el dolor de ver un viaje estropeado por enésima vez por culpa de su mala uva...

Bueno, para hacerlo corto. Su versión de los hechos tras esta disputa: ella se quedó llorando en un parque al lado y yo, como una perra hija de mala madre, me cogí tranquilamente el barco y me fui a pasarlo bien por Paris, disfrutando del hecho de haberla abandonado.

La verdad: subí corriendo las escaleras tras ella para hablar, pero para cuando llegué arriba, no sé cómo, ella ya había desaparecido entre la marabunta de gente que había en frente de la Torre Eiffel a esas horas. Me quedé arriba, esperándola y buscándola por todas partes durante más de 20 minutos. Tras eso crucé el puente y me fui al Trocadero a buscarla, por si se le hubiera ocurrido ir allí. Me recorrí a pata más de un kilómetro, dando vueltas por un área enorme, llena de turistas y con unas sandalias que me mataban los pies. (Acabé con un pie hinchado y el dedo gordo totalmente destrozado al final de la noche.) Incluso llegué a hablar con la policía para pedir ayuda (por supuesto que no hicieron nada).

Luego volví al puente ese a buscarla de nuevo, estuve preguntando a la gente de por ahí. Así estuve unas 2 horas hasta las diez menos cuarto de la noche, cuando resultó claro que ya no estaba allí o que ya no la iba a encontrar a esas horas. Me volví en taxi a casa de mi amiga donde nos alojábamos, esperando que entretanto a esta mala pécora de madre que tengo se le hubiera ocurrido volver allí. Nada. Estuvimos con el alma en vilo hasta las 11 de la noche esperando que ella pareciera, que llamara al teléfono o que por lo menos, la Policía nos diera alguna señal de vida de su parte. Y de repente, apareció la tía tan campante, a las once, diciendo que se lo había pasado de miedo en su paseo por Paris. Desgraciada. Y ayer me dice que yo la abandoné a ella alegremente y que me fui por ahí a hacer Dios sabe qué.

Habría que matarla a veces, lo juro, es tonta de remate a más no poder, esta señora. Ayer le aclaré lo de Paris, pero me quedé helada al darme cuenta de cuánta maldad es capaz de albergar esta tipeja en su cuerpo y en su corazón. Dios, qué habré hecho para merecerme esto... ahora ya queda claro por qué ya no la llamo en meses desde hace tiempo. No tengo nada de qué hablar con ella. Nada positivo, al menos.

Y encima me dice que ¡quiere irse de vacaciones conmigo este verano! pagando yo, claro está. Que con mi hermano compartiendo una casa de playa en el Sur, que no quiere, porque está con su novia y "no hay que molestarlos, pobrecitos". Ya, ¡cuánto respeto por mi hermano inútil que no aprobó ni el examen de cómo poner una lavadora en la formación de Hostelería y ahora tiene que trabajar descargando cajas y de comercial, y cuántos caprichos que yo le tengo que pagar! ¡Por aquí!

¡Puta!

(desesperada estoy)