lunes, 30 de abril de 2007

Repaso

A ver, repaso de esta última semana, veamos qué humillaciones me han hecho pasar y cuántos imbéciles he tenido que soportar...

El lunes pasado despedí a una alumna, una niña de 13 años, que en cuatro meses no ha querido abrir el libro para ponerse a estudiar, la muy estúpida. Así pretendía aprobar únicamente dando una clase por semana. ¡No sé, igual se pensaba que la que iba a aprobar el examen por ella iba a ser yo!

Aunque la causa principal de malestar no era tanto el pasotismo propio de esta niña con un grave déficit de atención, como la desfachatez de su madre, que me dijo en varias ocasiones, sonriendo como una boba "es que la niña no puede estudiar para tu clase porque no tiene tiempoooo...". Ya, señora, ¿y yo qué quiere que le haga? O sea, que la muy puta me dejaba a mí el marrón entero de tener que bregar con la tonta de su hija que no había abierto el puto libro o el cuaderno en una semana. Señora, que los idiomas no se aprenden por ciencia infusa y su hija no es un genio precisamente como para poder pasarse con una clase solamente a la semana.

Pero así son estos padres irresponsables de hoy en día: se creen que con contratar a alguien para que le dé unos míseros 60 minutos de clase a la semana a la vaga de su hija, ya tienen el tema resuelto. Y me dejan a mí insistiendo para que la niña estudie, y la niña no sabe ni por dónde le da el aire.

Pues ahí se han quedado. Ya se lo venía avisando desde hace varias semanas, pero cada vez que hablaba con su madre, ésta me sonreía bobaliconamente, como tomándome el pelo, pensando "ya, guapa, para tu clase va a estudiar, que tenemos otras cosas más importantes que hacer". ¿Ah sí? Pues ahí tienes el resultado. Tu hija igual de tonta que hace unos meses y tú sin profesora. Estoy segura de que le dijo a su hija que ni abriera el libro en todas estas semanas, "que ya harás con la profa en clase lo que tengas que hacer". Pues a desastre de padres, desastre de hija. Ahí se quedan, plantaditos 4 semanas antes del final del curso, que vayan a buscarse otra profesora ahora, y que vean de quién es la culpa. Suya y nada más que suya. Y encima intentando hacerme a mí sentir culpable por haberles "abandonado" un mes antes del final del curso... ¡Pero si la niña no va a aprobar en su puta vida si no se estudia el vocabulario! De verdad, que no sé de dónde sacan a esta gente, de qué vertedero intelectual han salido, los muy pringados.

Eso fue el lunes. El martes voy a dar clase a mis dos alumnos de extrema-derecha (más bien de derecha a secas, pero es que dicen cada memez que es para cogerles por los pocos pelos que les quedan y estamparles la cabeza contra un muro). No voy a reproducir los sinsentidos que sueltan en clase, porque no me apetece. Son imbéciles y encima de mentalidad retrógrada. Qué asquito, madre. Ahí, aguantando sus estupideces estoy.


El miércoles voy a darle la clase a la niña medio subnormal (gorda y basta como ella sola, de pueblo, pueblo) que no se entera de papa. Su madre: una empresaria (bueno, le ha birlado el super pisazo a su marido con el divorcio y lo tiene amueblado que parece una casa de esas antiguas de la posguerra, todo muebles recargados y una araña de cristal inmensa en medio del techo del salón). Tendrá una tienducha de ropa por ahí, me imagino, nada más. Xenófoba y racista a más no poder. El primer día cuando me llamó me dijo que una peruana la había dejado plantada no presentándose a la clase. Y añadió "bueno, yo ya sabía que esta gente es así". Y ella qué sabrá, la muy paleta de pueblo. A saber lo que le habrá dicho a la pobre chavala para que no quisiera ir a darle clase... Me faltaba sólo por decirle: "bueno, y yo también sé qué clase de gente es Ud, nueva rica de tinte de bote de los cojones, xenófoba racista paleta". Y encima mal vestida, que se pasea por ahí con el tirante del sujetador blanco del Carreful al aire, que ni se para a pensar lo horroroso que queda eso.

Ese miércoles por la tarde me manda mi alumna de los jueves un mensaje diciéndome que (y ya era la tercera vez seguida) al día siguiente no podía dar clase, porque tal porque cual... Joder. Si sigue anulándome clases, la voy a mandar a paseo, que ese horario que ella tiene es de los mejorcitos y la gente se pelea porque se les dé clase a esa hora... A ver si aguanta esta semana (porque naturalmente mañana tampoco va a dar clase, porque es fiesta).

El jueves fui a arreglar papeles al Juzgado. El abogado de los cojones que me tiene que servir de testigo en el juicio por accidente (yo fui la víctima) se niega a devolverme las llamadas, a pesar de que sabe que necesito su testimonio. Llevo llamándole dos meses, le he debido de dejar 5 o 6 mensajes, y nada. Al principio creía que no llamaba por olvido o por dejadez. La semana pasado me quedó claro que no llama porque pasa de mí. Cuando me dio su número de teléfono, como "testigo", también me dejó caer aquello de "y si necesitas un abogado, yo puedo asesorarte...". Putos abogados de mierda, sólo se acercan a ayudarte en esas circunstancias por interés. Y como él no lleva el caso, pues ahora como que pasa de mí. Pero el caso es que le necesito, mal que pese, porque su testimonio me puede ayudar. Así que iré in person a su despacho este jueves, me sentaré en la entrada y no me iré hasta que no logre hablar con él. Me ofreceré a compensarle por ese tiempo perdido en el juzgado, a saber, 50-60 euros, más no le puedo ofrecer que no está el horno para bollos. Y si se niega, le preguntaré que a ver si lo que quiere es que se la chupe, porque vamos, seguro que algo de eso hay... No, no haré eso. Apelaré a su vena "sensible", diciéndolo que no tengo dinero para pagarle más que 50 euros y que piense si le gustaría estar en una situación como la mía y que nadie la ayude... Quién sabe, si actúo lo suficientemente bien, igual le convenzo y todo...

Y así hasta ahora, esta ha sido mi semana. No demasiados imbéciles, menos que la semana anterior, incluso mi alumno de los sábados por la tarde se ha portado mejor. Aunque lo que yo creo es que le pongo, porque no hace más que intentar tocarme "por casualidad" la pierna, la mano, etc... ¡Qué asco! Y qué atrevido pensar que a mí me puede gustar. Es un pollo de éstos de 25 años, granoso, medio gilipollas, mimado y abusador (mandó a su becario que le hiciera las fotocopias del libro y ¡que se las encuadernara! qué morro tiene el tío). Incluso, en un acto de supremo patetismo, me sacó su perfume para preguntarme por el significado del nombre... Ni toqué el dichoso perfume, y espero que deje de intentar hacer piececitos por debajo de la mesa y rozarme con la asquerosidad de sus dedazos. Es que ven que les das clase y ya se creen que eres su criada, que estás a su entera disposición y que seguro que no te importaría chupárles la polla tampoco. Por eso luego se quedan con cara de no poder créerselo cuando los despido y les dejo plantados. Es que no-se-lo-pueden-creer. Imbéciles mierdosos.