jueves, 5 de julio de 2007

Cómo librarse de hacer una mamada


Hay días en que verle la polla, ya no es que de me dé ligeramente asco, o me resulte infinitamente indiferente, es que me da pereza y si eso me lo provoca solamente el verla, imagínate el tener que cogerla y hacer algo con ella.

La verdad es que raras veces me apetece ponerme a chupársela, porque es más un trabajo que otra cosa. Muchas veces es sólo por "devolver el favor". El problema es que yo creo que muchas veces ese servicio no se justifica, pues no hay ningún favor que devolver, así que más a mi favor para no hacérselo.

Otra de las razones que me echan para atrás es que no soporto cómo huelen, las condenadas: todas huelen a un olor asqueroso, una media entre leche revenida y algo podrido. Ya sólo con el olor me entran náuseas y ganas de vomitar (ojalá no me hubiera contenido a veces y hubiera acabado echando la pota encima de uno de esos imbéciles, a ver qué cara se les ponía).

Así que me he inventado un método buenísimo para escaquearme de chupársela: hacerlo mal. Primero empiezo a meterme sólo un poco, sin llegar jamás a meterme lo suficiente como para que sienta el verdadero placer, por muchos patéticos y frenéticos intentos suyos de empujarme la cabeza para que quepa más. Yo me resisto con tozudez y de vez en cuando hago amago de vomitar. A la mínima que hago esto es que no falla: el tío se alarma de que pueda echarle los higadillos encima y se aparta a la velocidad del rayo, diciéndome que lo deje. Y ahí estoy yo, sonriéndome, triunfante y habiéndome librado de semejante tarea desagradable.

Y si eso no da resultado, lo hago con dientes, muchos dientes. Además, hace unos meses tenía un empaste reciente por la cara interna de los dientes delanteros, y no estaba totalmente "lijado" así que debía de rascar que daba gusto, jaja. Que se jodan.

Y cuando se la acabo de hacer de mala manera, levanto la cabeza con pinta de no haberme enterado de nada de lo mal que se lo he hecho y le pregunto inocentemente: "¿Te ha gustadooo?" "Sí, cari, sí. Ven aquí.". Y me da un abrazo por no poder hacer otra cosa. Y yo feliz, porque lo que estaba buscando después de correrme yo es un abrazo y estarme tranquila, no encima ponerme a chupársela a él.

Poco después empieza la faena otra vez, porque tiene que descargar, pero yo ya me he librado y no tengo que hacerle mamadas nunca más. :)